domingo, 6 de junio de 2010

Es vivir como la gente


(... Lo que la gente quiere, es vivir como la gente...)


Hay tres sentados a mi derecha.
Tres opacos flacos de manos arrugadas
están con la cabeza baja y tomando vino
en unos vasos azules y mal lavados.
Gorras descoloridas de trabajar de sol a sol,
de lavarlas, usarlas y volverlas a usar.

A mi izquierda hay un policía esperando por su comida,
tiene los dientes manchados y habla,
habla de unas putas que conoció.

Hace alarde de lo muy macho que fue pegándole
a unos travestis de Carlos Calvo y San José.
Se desarma en una rechoncha risa
cuando recuerda como corrían asustados y a las puteadas,
con tacos y todos pintados y a las puteadas.

Detrás de la barra hay una parrilla,
casi con desprecio hay unos cortes baratos tirados al azar,
haciéndose a fuego lento.
El piso esta tan impregnado de mugre que no se puede reconocer cual era su color original.

El parrillero, un gordo a medio pelar,
se ríe y dice que no quiere tener auto,
que es de Moreno y que prefiere gastarse su triste sueldo
escribiéndole por celular a minas que conoció quien sabe donde.

Minas?

Seeee, ahora es un bombón de 17 años.
Una nena pero no sabes como se porta...

Y el milico se ríe y todavía tiene comida en la boca,
y todos ríen,
y el gordo se saca la grasa con el delantal y se ríe.

Y unos de los tristes cuerpos que están por ahí sentados
levanta la cabeza y piensa en voz en alta:
La puta, no hay un mango,
la calle esta tan seca y hay que volver a casa con algún pesito.

Todos se callan,
ya no se ríen de la mina de 17.
Se acuerdan de porque están ahí sentados,
comiendo esa comida que nunca le darían a sus hijos,
y agachan la cabeza y se mueren en silencio.

Con la grasa, el gordo, el milico,
los vasos baratos,
el anonimato...

No hay comentarios:

Publicar un comentario