lunes, 6 de abril de 2009

060409/11:23

No se porque vuelvo al mismo lugar de siempre,
casa en silencio,
mugre en cada rincón.

Esos olores propios de ustedes,
tabaco, soledad, angustia, dolor.

Que mundo extraño el de ustedes,
antes lo querían todo, a toda costa.
Ahora vos,
árbol abandonado, estas postrado en una cama,
putrefacto y olvidado,
sin palabras verdaderas, ni sed que despierte alguna pasión.

Y vos,
desierto blanco de alguna estepa,
te creías domadora,
y mirate ahora,
domada por la locura,
prisionera de una selva de voces,
se te escaparon las ilusiones, el freno de la razón.

A medida que me adentro,
siento ese asqueroso olor a orín,
TAN NAUSEABUNDO COMO EL OLOR DE TU CORAZÓN...

Presten atención en lo que les digo,
no van a tener nunca sensaciones,
que les hagan volver a latir el calor de las entrañas,
no hay magia,
no hay espinas que castiguen y los haga sentir vivos.
(Ya no)

Estruendos, desgarros,
hedores e infecciones.

No hay nada que podamos hacer,
no hay nada que yo pueda hacer...

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