domingo, 19 de abril de 2009

Estatuas

Esas dos sombras se acariciaban frente a la luz que quema,
eran silenciosos, cautivos de la noche, dolientes de su presente.
El corazón les retumbaba en sus manos,
el golpe llegaba hasta las estrellas y machacaba a la luna.

Ellos elegían los secretos, las miradas,
y de pronto se volvían unidad,
y era tan bello sentirlos vivir!

Ella en su pasado había sido esclava de las palabras,
sirvienta de sus temores...

El en su pasado se había declarado libre,
y huyó de toda cadena, de toda condena, de todo pensamiento.

Como canto de mil sabores fue El para Ella,
le dio alas, colores y sensaciones.
Se entregaron jóvenes y limpios,
hasta agotarse y caer rendidos.

La carne se cansó y se volvió débil,
se marchitó y se cayó a pedazos,
como pétalos, como palabras, como silencios.

Pero el alma les fue joven por el resto de las primaveras que tendrían.
Entonces renunciaron a sus extremidades,
se arrancaron las ropas, los prejuicios, las impurezas.

Corrieron desnudos de amor,
de prometieron desnudos de amor.

Se hicieron brisa en el valle,
merodeando entre los árboles,
acariciando los ríos, flotando en los bosques.

Y a pesar de lo mucho que cambiaron,
aún vuelan por ahí,
mudas,
silenciosas...

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