jueves, 11 de febrero de 2010

Mirándome

En ella la tarde es naranja,
y se reflejan canciones,
viste de cielo para ser natural
y puede dejarme sin aire y sin habla,
todo porque ella tiene los ojos como sol.

Sabe bien de ademanes y delicadeza,
baja bien la cabeza y empieza todo ese hermoso discurso de silencios.

Las manos le bailan,
y las palabras titubean,
se esconde entre sus mechones, pero aun así le veo la cara,
absorto, me rindo,
y ella con sus silencios me baila.

A veces cuando la noche tarda en irse,
y la luna late en mi pecho,
pienso que no quiero dejarla ir.

En qué campo lejano puede ella estar?
En que copla de la llanura ella andará?
Puede ser tan libre como el amarillo de la primera hora,
pero aún así la voy a seguir.

Tropezándome, llevándome el pasto por delante,
raspando mis rodillas contra la tierra virgen,
aún así la voy a buscar.

Para olerla y sentirla,
para compartirla con la noche y los silencios,
para que nuestros corazones exploten.
Para saber que ella va a estar enrollada en mi cuando me levante.
Mirándome, riendo y mirándome...

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