Y fue así,
ella entregada en mis brazos me preguntó:
Puede ser la belleza amarga?
Puede ser el sol un agujero negro de decepción?
Y yo ignorando su inocente rostro,
mirando hacia lo llano, donde la luz se acuesta,
le respondí:
Amor cuando este momento termine,
cuando este sentimiento ya no sea euforia,
hablaremos de diluvios...
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