domingo, 12 de julio de 2009

Aborto

Cuando aun le quedaba fuego en sus manos
y latidos de vientos,
cuando aún no sabía de culpas
ni de penas que te matan penando,
lo mataste, volviéndolo palabras y pasado.

Quizás ahora sientas sus piecitos como clavos en tu panza,
esa pequeña vida te quiso confesar de apresurada que no la mates,
que era aún un sauce creciendo,
débil pero con ganas de envejecer.

Dijo que no era su intención ser un cruel noviembre sobre tu espalda,
que no tenía intenciones de ser tres niños,
solo uno y sediento de vida, libre de culpas,
solo el fruto de cartas de enamorados.

Qué cuerpo mas pecador el tuyo
que saca tripas que no son suyas
y ensucia sus manos con sangre pura.

No me vengas con eso de llorar en un rincón,
retorcida y manchada, con la carne sin latir desparramada sobre el piso.
Esto no es un sueño de arena, y esa paloma muerta no es un animal,
es tu hijo...

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