jugando con el tiempo y los sentidos.
Estábamos muertos e idos,
bebidos y libres.
Las palabras sonreían,
y sabían todo acerca de la libertad.
Llevamos pocas frutas para el almuerzo,
pocas ropas para la ocasión,
solo el deleite de vernos y desgastarnos en cada caricia.
No pensábamos demasiado,
no había planes ni ideas,
sabíamos que no éramos enemigos de la carne.
Y nos probamos con la gloria de un sábado por la mañana,
y nos cansamos...
Conocimos la música del mar,
la obsesión por el espíritu,
las risas profundas, el ámbar de nuestros fantasmas.
Conocimos el amarnos sin cesar...
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